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Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2025
Quien tiene esperanza en Dios se asocia con personas de virtud ejemplar.
Las cenizas de 2024 ya se están enfriando. Sin embargo, en este año jubilar de esperanza, todavía hay un resplandor del pasado. Se pueden reavivar los buenos propósitos y reiniciar el fervor, pero solo si se dejan atrás los viejos hábitos de pereza y autocomplacencia que se han agotado. Solo la virtud puede llevar adelante los buenos propósitos para el nuevo año. ¿De dónde viene la fuerza para reiniciar, para una virtud sostenida? Dado que solo Dios puede lograr una auténtica renovación, es solo Dios quien enciende las brasas de la fe, renovando la determinación en el incensario del discipulado. San Jorge Preca recordaba a sus amigos que la oración de acción de gracias va acompañada constantemente de una humilde súplica de misericordia: “Gracias, Señor Jesús; perdóname, Señor Jesús”. Con gratitud y humildad, nos dirigimos a Dios en oración pidiendo, a través de las Llagas Divinas, que nos conceda lo necesario para reiniciar nuestras vidas, nuestras comunidades de fe. Nuestras buenas intenciones se fortalecen con la virtud oculta del coraje, que es una virtud del corazón. Es en el Sagrado Corazón de Jesús donde se reinicia el ritmo de la santidad en nuestras oraciones, trabajos y vocaciones. En 2025, ¿podemos encontrar el coraje en nuestros propios corazones para recibir el Amor de Jesús? Ruth D. Lasserter Amiga de la SDC Indiana, EE. UU.
Leer MásCada individuo, de una manera u otra, necesita la virtud de la esperanza. En la vida diaria, frecuentemente ponemos nuestra esperanza en personas y cosas, como en los pilotos, que garantizan un vuelo seguro de un avión, o en los cocineros, que preparan nuestra comida. Sin embargo, para nosotros los cristianos, la esperanza trasciende las capacidades humanas. Por eso, como cristianos fieles, estamos llamados a poner nuestra esperanza en el Señor, como exhorta el profeta Miqueas. ¿Por qué es necesaria la esperanza? El libro de Isaías lo describe hermosamente. Nos recuerda que “los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas… volarán con alas como las águilas… correrán y no se cansarán… caminarán y no se cansarán” (Is 40,31). A través de la esperanza, encontramos un propósito para vivir nuestra fe. Ningún santo ha estado nunca sin esperanza en la gloria de Dios. San Pablo, que habla de esta virtud teologal más que nadie en la Biblia, enfatiza que la esperanza es esencial para evitar que nuestras penas se endurezcan en desesperación. Nos insta a “regocijarnos en la esperanza” (Romanos 12:12), porque a través de la esperanza comenzamos a experimentar las bendiciones del cielo incluso en esta vida. Debemos reconocer también la importancia de la esperanza, como lo destacó el Papa Francisco, quien eligió este tema para el Jubileo. El Papa titula la Bula de Convocatoria: Spes Non Confundit, que significa que la esperanza no defrauda, tomada de las palabras de San Pablo. El Papa nos anima a convertirnos en "signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas nuestros que viven circunstancias difíciles" (10). Nos recuerda además que "la esperanza persevera en medio de las pruebas: fundada en la fe y alimentada por la caridad" (3). Por eso, en este Año Jubilar de la Esperanza, examinemos nuestras almas y preguntémonos: ¿Ponemos nuestra esperanza en las personas o en Dios? ¿Estamos viviendo como testigos de la esperanza en el Señor? Jake Bezzina Candidato de la SDC
Leer MásTambién tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. (Juan 10:16) Del 18 al 25 de enero celebramos una semana de oración por la unidad de las iglesias cristianas. Desde el principio, quienes se acercaban a Jesús pertenecían a una sola Iglesia, con el Papa como cabeza. Sin embargo, con el tiempo, algunas iglesias se separaron y ya no permanecieron dentro de la fe católica. Jesús mismo deseaba que todos los cristianos estuvieran unidos. En la Última Cena, oró para que hubiera "un solo rebaño y un solo pastor". Por eso, esta semana se conoce como la "Semana Ecuménica", un término derivado del griego que significa todo el mundo habitado. Es una semana dedicada a reflexionar sobre la importancia de fomentar la unidad entre los cristianos católicos, ortodoxos y protestantes; todos los cuales comparten la creencia en Dios Padre, Jesús el Hijo de Dios y el Espíritu Santo. Consideramos a todos los cristianos como hermanos y hermanas en el Señor porque, más allá de nuestro reconocimiento compartido de Jesús como nuestro hermano, hay muchos elementos que nos unen. Entre ellos se encuentran la fe común, la celebración de los sacramentos, la sucesión apostólica y, sobre todo, el amor, que debe unirnos más como una sola familia. Oremos con san Jorge Preca: Señor Dios Padre, mira la viña que tu amado Hijo ha redimido con su sangre y bendícela con el rocío de tu gracia, para que crezca en número de fieles, en el amor a la buena enseñanza y en la verdadera paz y caridad. Confiados en tu misericordia, te ofrecemos el sufrimiento de tu Hijo, Cristo Jesús, que ha merecido tu gracia para toda la humanidad. Amén.
Leer MásAndré Bessette, nacido Alfred Bessette el 9 de agosto de 1845 en Quebec, Canadá, fue el octavo de doce hermanos. A los doce años perdió a sus padres y tuvo que trabajar independientemente en los Estados Unidos. A los 25 años regresó a Quebec, donde el párroco lo animó a seguir una vocación religiosa y lo refirió a los sacerdotes de la Congregación de la Santa Cruz. Sin embargo, después de un año como novicio, no fue aceptado debido a su frágil salud, que lo había preocupado desde la infancia. Siguiendo la recomendación de Monseñor Bourget, la Congregación lo aceptó y André permaneció con ellos por el resto de su vida. Sus superiores dudaban de sus capacidades y le asignaron funciones menores, como portero del Colegio de Notre-Dame en Montreal, lavadero de ropa y sacristán o mensajero. A pesar de todo esto, no se dejó intimidar y dijo: “Cuando me uní a esta comunidad, los superiores me enviaron a la puerta y allí estuve cuarenta años”. San Andrés tenía una gran devoción por San José, lo que le llevó a solicitar fondos al obispo para construir una capilla dedicada a él en el Monte Real. El obispo le concedió el permiso, pero se negó a proporcionar fondos. Sin desanimarse, André construyó la capilla con el dinero que había ahorrado con el tiempo. Continuó desarrollando la capilla y añadió habitaciones para los sacerdotes que cuidarían del santuario. Al final de su vida, la capilla se había convertido en una basílica, que sigue siendo la iglesia más grande de Canadá y una de las cúpulas más grandes del mundo hasta el día de hoy. San Andrés falleció el 6 de enero de 1937 a la edad de 91 años. Fue canonizado el 17 de octubre de 2010, convirtiéndose en el primer santo de la congregación. A pesar de las críticas y la desconfianza durante su vida, nadie logró impedir que San Andrés hiciera la voluntad de Dios. Esto nos sirve de ejemplo para no desanimarnos nunca y confiar en que Dios cumplirá su divina voluntad. Daniel Cardona Candidato de la SDC
Leer MásLa fiesta del Bautismo de Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestro propio Bautismo. Con un corazón humilde, Jesús se une a la gente de su tiempo al recibir el Bautismo de Juan el Bautista. Esto marca la tercera Epifanía, donde Dios se revela a través de Jesús. La voz de Dios declara: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Es verdaderamente inspirador presenciar a Jesús como Dios, encontrando deleite en estar cerca de su pueblo. A través de Jesús, Dios Padre nos invita a una relación única e íntima con Él. Tome este momento para reflexionar sobre su conexión con Dios. ¿Siente su amor en su vida? ¿Puede ver su rostro en los rostros de los demás? ¿Está abierto a escuchar su voz? Una forma significativa de recordar nuestro vínculo con Dios es recordando la fecha de nuestro Bautismo, el día en que nacimos en el Espíritu y en la Iglesia Católica. El Papa Francisco nos anima a celebrar este día importante, cuando nos convertimos en hijos de Dios. El Bautismo de Jesús nos recuerda que Dios no está distante sino cerca, caminando con nosotros en nuestro camino hacia el Padre.
Leer MásThe Genesee Diary (El Diario de Genesee) de Henri Nouwen es un relato personal de los siete meses que pasó en la Abbey of the Genesee, un monasterio trapense en Nueva York. Como sacerdote católico y maestro, Nouwen toma un descanso de su vida ajetreada para concentrarse en la oración y la reflexión. En su diario, comparte abiertamente sus luchas con la duda, el miedo y su deseo de acercarse más a Dios. La rutina diaria del monasterio, centrada en la oración, el trabajo y el silencio, se convierte tanto en un desafío como en una fuente de apoyo mientras aprende a calmarse y escuchar su interior. A través de sus reflexiones, los lectores pueden observar la lucha de Nouwen con preguntas sobre la identidad, el propósito y la fe. Sus experiencias nos invitan a reconsiderar nuestras propias vidas y a reconocer el valor de alejarnos de las distracciones para conectarnos con lo que realmente importa. Este libro se considera motivacional porque Nouwen explora grandes ideas espirituales de una manera que se siente auténtica y fácil de comprender. Pinta una imagen vívida de la vida en el monasterio, mostrando tanto la paz como las dificultades de vivir de manera simple. Su escritura es sincera y reflexiva, tocando emociones universales como la soledad, la necesidad de conexión y la búsqueda de la calma interior. Al final de su viaje, Nouwen descubre un sentido más profundo de confianza en Dios y una comprensión más profunda de la humildad y la gracia. The Genesee Diary es más que un diario espiritual; es una invitación a buscar la paz y una comprensión más profunda de la vida.
Leer MásEn la Epifanía celebramos la revelación de Jesús a la humanidad, un acontecimiento marcado por la visita de los Magos. Sin embargo, también recordamos que Jesús siguió revelándose en su bautismo, en el monte Tabor, a través de sus milagros, en el Gólgota y, lo más impresionante, en su resurrección de entre los muertos. Como proclama san Juan, "y hemos visto su gloria" (Jn 1,14). Esta gloria irradia en los corazones de todos los que acogen su luz, disipando la oscuridad del pecado. Al igual que los Magos, Jesús nos invita a reconocerlo como nuestro Rey, a adorarlo de todo corazón como nuestro Dios y a entregarle nuestra voluntad por completo. Mientras caminamos por la vida, busquemos la gracia de conocerlo y amarlo más profundamente. Este es el propósito de nuestra existencia, es decir, vivir en una relación vibrante y hermosa con él. San Agustín nos enseña que la búsqueda de nuestro amado Jesús es la aventura más grande de la vida, y encontrarlo es su máxima realización. Señor Dios, ésta es la vida eterna: que te conozcamos a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Ilumina nuestras mentes, para que por tu gracia lleguemos a conocerte a ti y a Jesucristo mismo, y así podamos gozar de la vida eterna. Amén. (Praeconia, San Jorge Preca)
Leer MásSocietas Doctrinæ Christianæ M.U.S.E.U.M.
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