No podemos decir que la palabra “sacrificio” esté de moda en nuestros tiempos; tratamos de evitar los sacrificios a todas costas. Sin embargo, el sacrificio, incluso visto fuera de la dimensión espiritual, es beneficioso para el individuo. Buscar sólo lo que nos resulta cómodo y familiar no nos desafía y, por tanto, no nos lleva a la madurez en sabiduría y experiencia. En su primera carta a los Corintios, san Pablo nos invita a fijarnos en el atleta que está dispuesto a sacrificarlo todo para ganar una corona perecedera. También nos enseña, en su carta a los Gálatas, que el dominio propio es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Así, podemos concluir que el sacrificio también tiene una dimensión espiritual. Al negarnos las pequeñas cosas de la vida, crecemos en libertad y autocontrol. Pidamos a Dios la gracia de vivir el espíritu de sacrificio, ya que este nos fortalece contra la tentación y el pecado, y nos ayuda crecer en la práctica de las virtudes. ¡El sacrificio es imprescindible en nuestro camino de santidad!
Jake Bezzina
Candidato de la SDC
La unión de nuestra voluntad con la voluntad de Dios es el único sacrificio que Él exige de cada ser humano.
San Jorge Preca