La frase: Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino, es una de las poderosas expresiones de fe que encontramos en el Nuevo Testamento. Pronunciada por el ladrón arrepentido crucificado junto a Jesús, refleja un profundo reconocimiento de la divinidad de Jesús y la promesa de vida eterna. A pesar de sus malas acciones cometidas anteriormente, la súplica del ladrón es un acto de humildad y confianza, reconociendo que la salvación nos es concedida por la gracia de Dios. Su petición sencilla y sincera encarna una profunda esperanza de redención y aceptación en el reino divino.
Este momento, señalado en el Evangelio de Lucas, ilustra la creencia cristiana fundamental en el poder del arrepentimiento y la misericordia ilimitada de Jesús. La respuesta de Jesús: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”, afirma que el reino de Dios está abierto a todos los que se vuelven a Él con una fe sincera.
San Jorge Preca nos insta a ofrecer nuestro corazón a Dios y dejar que Él sea el rey de nuestro corazón. Oremos: ¡Señor Dios, dame tu gracia para poder darte mi corazón, que sin tu ayuda no puedo hacer nada! Esto hace eco de la humildad y dependencia de la gracia divina demostrada por el ladrón arrepentido, recordándonos del poder transformador de la fe y la esperanza de vida eterna que ofrece Jesús, nuestro Rey misericordioso. ¡Que Jesús sea el Rey de nuestro corazón!