Las cenizas de 2024 ya se están enfriando. Sin embargo, en este año jubilar de esperanza, todavía hay un resplandor del pasado. Se pueden reavivar los buenos propósitos y reiniciar el fervor, pero solo si se dejan atrás los viejos hábitos de pereza y autocomplacencia que se han agotado. Solo la virtud puede llevar adelante los buenos propósitos para el nuevo año. ¿De dónde viene la fuerza para reiniciar, para una virtud sostenida? Dado que solo Dios puede lograr una auténtica renovación, es solo Dios quien enciende las brasas de la fe, renovando la determinación en el incensario del discipulado. San Jorge Preca recordaba a sus amigos que la oración de acción de gracias va acompañada constantemente de una humilde súplica de misericordia: “Gracias, Señor Jesús; perdóname, Señor Jesús”. Con gratitud y humildad, nos dirigimos a Dios en oración pidiendo, a través de las Llagas Divinas, que nos conceda lo necesario para reiniciar nuestras vidas, nuestras comunidades de fe. Nuestras buenas intenciones se fortalecen con la virtud oculta del coraje, que es una virtud del corazón. Es en el Sagrado Corazón de Jesús donde se reinicia el ritmo de la santidad en nuestras oraciones, trabajos y vocaciones. En 2025, ¿podemos encontrar el coraje en nuestros propios corazones para recibir el Amor de Jesús?
Ruth D. Lasserter
Amiga de la SDC
Indiana, EE. UU.