Este libro es una colección de enseñanzas de varios autores espirituales conocidos. En él se presenta un curso que procura ayudar a los lectores a desestimar los valores de este mundo y apreciar la vida espiritual.
A lo largo de esta obra, imaginaremos a Cristo hablando y enseñándonos. Se le debe dar a cada reflexión un gran valor por su contenido que es expresión de la verdad y la justicia.
Podrán pronunciar un criterio objetivo sobre esta obra aquellos que la lean con dedicación y la mediten. Solo de esta forma lograrán experimentar la luz, el fruto y la paz que pretende comunicarles, siguiendo la disposición adecuada y permaneciendo con los oídos atentos.
Este libro está dividido en secciones sobre varios temas llamadas “Reflexiones”. La sugerencia es leer una sola reflexión por día para sacarle el mayor provecho espiritual. Es importante aprovechar una sola reflexión diaria sin interrupción hasta finalizar el curso completo.
El lector debe hacer la señal de la cruz para invocar a la Santísima Trinidad antes de cada reflexión y rezar:
Dios Padre, recibe las llagas divinas de nuestro hermano Jesucristo,
tu hijo amado, que te ofrezco para que me des tu Santo Espíritu. Amén.
Reflexión 21 del El Gimnasio Espiritual:
¿Quién ama a Dios de verdad?
Querido hijo, este es el tema de tu atención para el día de hoy.
La perfección del alma se encuentra en el amor y el miedo no se entiende con el amor; por lo tanto, quiero que lleves a tu mente el ejemplo de una persona que ama verdaderamente a Dios para que puedas, de alguna forma, evaluar tu vida espiritual.
Una persona que ama de verdad a Dios y que ha alcanzado la perfección, tiene tres corazones en su pecho.
Un corazón de fuego para Dios; este corazón le impulsa incluso a despreciar su propia vida para dar preferencia siempre y en todo a la voluntad de Dios; con este corazón se resigna a la voluntad de Dios, arde con el celo de animar a otros para glorificar a Dios y solo se deleita en la gloria del nombre de Dios.
Debe tener un corazón de carne para el prójimo; este le permite tener misericordia de todos de manera sincera y desinteresada; hace a los demás lo que quiere que los demás le hagan a ella y se esfuerza para que los demás sigan el mismo ejemplo; se alegra con quien está alegre y llora con quien llora.
Y un corazón de bronce para sí misma; este le permite mortificarse a sí misma y estar convencida que cuanto más se niegue a sí misma y sufra en esta vida, tanto más será grande la gloria para ella después de la muerte.
La perfección del alma se encuentra en el amor que es el cumplimiento de la ley: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a este; dice: Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37-39).
Quien ama, une su corazón con el objeto que ama y llegan a ser una sola cosa. Por lo tanto, cuando una persona ama a Dios, quien es amor, Dios habita en ella y ella habita en Él.