Señor Dios, tú eres quien eres y yo soy obra de tus manos, obra de tu Bondad, obra de tu Omnipotencia, obra de tu Sabiduría. Formaste mi cuerpo y me otorgaste un alma, me hiciste a tu imagen y semejanza para reconocerte y proclamarte como mi Creador; sin embargo, al dejarme libre en mi voluntad, si no me sostienes con tu gracia estoy siempre en peligro de negar tu voluntad. Te necesito en todo, por lo tanto, no me abandones cuando me sienta sin fuerzas.
Señor Dios, tú estás aquí y yo estoy en ti. Converso contigo, aunque mis ojos no te vean porque estoy convencido de que tú estás vivo, me ves, me escuchas y me comprendes. Tú eres mi Creador, eres mi Padre y soy tu hijo, por lo que acudo a ti; guárdame en tus manos. Aunque soy indigno y pecador, me gusta hablarte y observar tu grandeza en toda la Creación; puedo tratar contigo con confianza porque soy obra de tus manos y porque has revelado que te alegras cuando estás con nosotros.
Señor Dios, tú me amas verdaderamente. Los beneficios que me otorgaste, los que nadie más pudo concederme, convencen a este hijo tuyo de que me amas de verdad y manifiestan que estoy en deuda contigo. Sí, te reconozco y te doy gracias, no con mis labios, sino en espíritu y en verdad, haciendo siempre con tu ayuda todo lo que te agrada, incluso cuando hago cualquier sacrificio, porque tú eres el dueño de todo. Te agradezco siempre, en todo tiempo y lugar, tanto en los momentos de prosperidad como en los de sufrimiento, porque tú eres un Dios bueno y de ti no viene ningún mal, y todo mal que observo en mi vida, lo considero como bien, porque sale de tu voluntad. Y te agradezco mucho más porque sé que tú deseas la gratitud de tus criaturas.
Senor Dios, como obra de tus manos te reconozco en mi espíritu y te veo como Dios Omnipotente, Dios Sabio y Dios Providente, pues adornaste mi alma con la luz de la raz6n para conocerte. Te veo de ese modo, me maravillo y me alegro contigo al saber que soy obra de tus manos, y estoy convencido de que nadie más es digno de adoración. Como tú, nada es increado y eterno; nada es ilimitado y profundo; tu eres el manantial de todo bien. Todo viene de ti, todo se realiza con tu poder y todo es para ti. Todo honor y toda gloria sean solamente para ti por los siglos de los siglos.
Señor Dios, estoy tan deslumbrado por lo hermoso de tu Grandeza que temo verte, porque estos ojos se detienen al considerar las obras de tus manos con toda su belleza, su orden e intensidad. Si, tú eres el Espíritu que de ninguna manera puede ser objeto de nuestros sentidos; tu eres Espíritu escondido a nuestro intelecto que recibe todo por medio de los sentidos externos. Los cielos te cantan como plenitud de la gloria; la tierra y el mar te declaran a una voz autor de todo lo creado.
Señor Dios, me aflijo al recordar mi pasado, porque sé que devolví a cambio de tu gran amor hacia mí, muchas malas acciones y pecados. Tengo la esperanza de que me has perdonado; sin embargo, no puedo evitar sentir vergüenza por mi ingratitud hacia ti. Soy tu imagen y cualquier mala acción entristece mi corazón. ¿Cómo puede ser, entonces, que tú no consideres la fealdad de mis malas acciones? ¡Cuánto me arrepiento de haber hecho lo que tú no querías y de no haber hecho lo que querías! Sin dudas, no reconocí quién eres; al sentir en mi naturaleza que un corazón merece otro corazón, seguramente no hubiera sido capaz de ofenderte de ningún modo. ¡Oh qué horrible: esear el mal a quien te hizo el bien! Gracias, Señor Dios. Perdóname, Señor Dios.