Señor Dios, tú estás aquí y yo estoy en ti: converso contigo y tú me escuchas; te pido y tú me das; porque tú nos mostraste en las Sagradas Escrituras que es un gozo para ti estar con los hijos del hombre, y también que deberíamos acudir a ti en cada necesidad nuestra. Entonces, te pedimos, llenos de la confianza que los hijos tienen hacia su padre.
– A –
Señor Dios, glorifica tu nombre.
Señor Dios, reina sobre todos.
Señor Dios, defiende tu honor.
Señor Dios, revela a ti mismo.
Señor Dios, haz tu voluntad.
Señor Dios, alégrate con tus obras.
Señor Dios, deléitate con tu naturaleza.
Señor Dios, muestra la belleza de tu ley.
Señor Dios, disfruta tus tesoros infinitos.
– B –
Señor Dios, convierte a los pecadores.
Señor Dios, persevera a los justos.
Señor Dios, salva a los agonizantes.
Señor Dios, da el descanso eterno a los fieles fallecidos.
Señor Dios, consuela a los que sufren.
Señor Dios, ilumina a los ignorantes.
Señor Dios, sana a los enfermos.
Señor Dios, ayuda a los necesitados.
Señor Dios, resigna a los preocupados.
– C –
Señor Dios, purifica mi corazón.
Señor Dios, dame el Espíritu de Cristo.
Señor Dios, libérame de todos los engaños.
Señor Dios, guíame en todos mis caminos.
Señor Dios, alégrame con tu paz.
Señor Dios, lléname con el espíritu de sacrificio.
Señor Dios, búscame para adorarte.
Señor Dios, bendice mi alma en la hora de mi muerte.
Jesucristo Nazareno, rey de los judíos – Hijo unigénito de Dios vivo y de la Virgen María – Único mediador del ser humano ante Dios – muestra tus llagas divinas a la Justicia de Dios – y con tus méritos salva al mundo entero. Amén.
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