Dios, mi Señor, tú estás conmigo y yo estoy contigo.
Nadie más tuvo el poder de hacerme, porque sólo tú eres tan todopoderoso que,
al pronunciar una palabra,
puedes crear, de la nada, todo lo que quieras, así que solo tú, te adoro (una reverencia)
Dios, Señor mío, estoy seguro de que aceptas mis súplicas;
dijiste que te deleita la compañía del hombre, así que sigo confiando en ti,
aunque ya sabes lo que te digo.
Dios, Señor mío, cuando considero cuán pobre soy en los méritos adquiridos,
Temo por mi salvación. Soy muy consciente de la importancia de la oración en el momento de la tentación,
sin embargo, de vez en cuando dejo que prevalezca la gratificación de los sentidos.
Dios, mi Señor, aquí, en silencio espero tu palabra,
porque tu palabra, para mí es paz, consuelo y luz.