Este icono representa tradicionalmente a la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús en brazos. La noble belleza de su rostro y el poder sereno de su expresión evocan el arte clásico bizantino del siglo XIV. La Virgen María es retratada como hermosa y dulce, pero al mismo tiempo triste y alegre, con ojos que comprenden profundamente a la humanidad. Ella se muestra seria, contemplando el sufrimiento futuro. Su mirada penetrante nos invita a reflexionar con ella sobre el misterio de la Encarnación y el sufrimiento que sufriría su Hijo Jesús. La luz de su rostro se destaca por pequeños rayos y un brillo que emana de su piel.
María está vestida con colores tradicionales, simbolizando su doble naturaleza divina y humana. El azul de su vestido representa la divinidad, mientras que el rojo representa su humanidad. El color azul oscuro de su vestido levanta el espíritu del espectador.
En otras versiones de este icono, se pueden ver tres estrellas en el velo de la Virgen: una en cada hombro y otra encima de la frente. En la iconografía bizantina, estas tres estrellas simbolizan su virginidad antes, durante y después del nacimiento de Jesús. Las estrellas, típicamente doradas y de ocho puntas con una cruz en el centro para representar la Pasión, parecen añadidas al velo, asemejándose a alfileres de filigrana en lugar de estar entretejidas en la tela.
Joe Galea
Miembro de la SDC