El Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, nos recuerda que somos una misión en esta tierra. ¿Alguna vez has considerado que eres una misión a través de tu bautismo? Ser cristiano implica también ser discípulo misionero de Jesús. Si deseas crecer en este aspecto de la vida cristiana, independientemente de tu vocación, sigue estas sencillas pero efectivas instrucciones en tu vida diaria:
- Déjate llevar por el Espíritu de Dios. ¡Mantén tu corazón abierto a todo lo que el Señor quiera inculcar en él!
- Acérquese a Jesús y cultive una relación íntima con Él.
- Valora a los demás como tus hermanos y hermanas. Recuerde, un verdadero misionero busca el bien de su prójimo y se esfuerza por el bienestar de los demás.
- Vivir las Bienaventuranzas que Jesús nos presentó para convertirnos en un auténtico testimonio de la vida cristiana. Esto hará posible que otros encuentren en ti un Evangelio vivo.
- Llevar una vida alegre y cerca de Dios a través de la oración. Encuentra a Dios en todo lo que haces, especialmente en los aspectos más simples de la vida.
- Amar al mundo como Dios lo ama a través de su Hijo Jesucristo.
- Sobre todo, deja que Dios te llene de esperanza para que tú, a tu vez, puedas infundir esperanza en los demás.
San Jorge Preca solía decir: «¡Quien ama a Dios no se contenta con amarlo sólo!». ¡Así que ama a Dios fervientemente y ama a su pueblo de la misma manera que él lo ama para que tu también te conviertas en la misión de Dios en la tierra!