El Ardid del Cigarrillo
Pero San Jorge Preca no murió. Sobrevivió muchos años a su padre y a su médico, y celebró su 82 cumpleaños antes de fallecer. Nuestra alegría no es sólo que viviera tanto, sino que llenó de significado cada uno de sus días.
Como seminarista, solía ir al Gran Puerto, subir a bordo de los barcos extranjeros que allí se encontraban y presentarse a los marineros griegos, ingleses y franceses ofreciéndoles un cigarrillo. Su viva inteligencia y su exquisito humor entretenían a los hombres que llevaban tanto tiempo lejos de tierra y pronto el joven clérigo conducía a su auditorio a cuestiones espirituales. Muchos marineros debieron de quedar impresionados por este gentil hombre que deseaba tanto el bien de su prójimo.
El ardid del cigarrillo sería utilizado una y otra vez. Sabiendo que un grupo de jóvenes tenía la costumbre de reunirse con regularidad, San Jorge Preca entabló una fiel amistad con ellos. A veces lo rechazaban, pero la mayoría de las veces lo recibían con gusto, de modo que poco a poco sus consejos sobre cuestiones espirituales fueron tan bienvenidos y aceptados como sus charlas sobre otros temas. Pronto, el grupo de jóvenes que se reunía para dialogar sobre asuntos de la fe cerca de la iglesia parroquial de Hamrun, entre ellos Eugenio Borg, creció tanto que hubo que alquilar un local para celebrar sus encuentros.