El Fundador

La huella dejada por San Jorge Preca en Malta es asombrosa. Es aún más sorprendente cuando visualizamos el contexto social de la época en la que emergió como un orientador espiritual del pueblo. La Malta británica en aquel momento proporcionaba un clima religioso que no era precisamente compatible con la originalidad y el ingenio.

La ignorancia, tanto intelectual como espiritual, impregnaba la sociedad. El analfabetismo afectaba al 75% de la población. El laicado cristiano se limitaba a seguir las orientaciones de las autoridades eclesiales, sin espacio para el diálogo o las discusiones inteligentes. La conformidad era la norma en aquellos años finales del siglo XIX, antes del advenimiento de una nueva era. Pocos osaban desafiar las tradiciones y costumbres, prefiriendo la comodidad de seguir las reglas establecidas. Entre aquellos que se destacaron en guiar e influir en la vida, las tradiciones y los principios del pueblo maltés se encontraba un joven y visionario sacerdote. «Dun Ġorġ», como le llamaban cariñosamente, caló hondo en el corazón de la gente y su nombre sigue resonando en la actualidad. Su influencia en la vida espiritual del hombre común fue profunda y duradera.