El deporte no es solo una actividad física o una forma de competición, sino también una verdadera escuela de vida. El Papa Francisco señaló que «el deporte puede ser un camino de desarrollo humano, uniéndonos a los demás, abriéndonos al diálogo y a la inclusión» (Congreso Internacional organizado por el Consejo Pontificio para la Cultura, 1 de junio de 2018). A través del deporte, se cultivan valores estrechamente alineados con las virtudes cristianas: perseverancia, respeto al prójimo, humildad, trabajo en equipo y autocontrol.
Practicar deporte requiere disciplina, esfuerzo constante y la determinación de esforzarse por la superación personal. El talento por sí solo no es suficiente; hay que entrenar con paciencia y un compromiso fiel con el proceso. Estas actitudes forman nuestro carácter y nos apoyan en nuestro camino espiritual. Como señaló San Juan Pablo II, el deporte «puede convertirse en un medio eficaz de educación en valores humanos y cristianos» (Jubileo de los Atletas, 28 de octubre de 2000).
El Papa Benedicto XVI también destacó que el deporte nos enseña a “respetar las reglas, aceptar la derrota y trabajar por la victoria sin aplastar a los demás” (Mensaje a los jugadores y organizadores de la Eurocopa 2012). En el deporte, como en la vida cristiana, lo que más importa no es la victoria, sino el crecimiento personal.
Los jóvenes cristianos están llamados a participar en el deporte con un espíritu diferente: no el de la competencia agresiva, sino como una oportunidad para sacar lo mejor de nosotros mismos y fomentar la fraternidad. En Christus Vivit, el Papa Francisco nos anima a buscar espacios saludables y alegres donde podamos crecer en un espíritu de compartir, desarrollo y amor.
De esta manera, el deporte se convierte en un camino hacia la santidad: ¡una forma tangible de vivir el Evangelio en el campo!
SDC Lurín (Perú)