Todas las organizaciones, grandes o pequeñas, tienden a tener su propia declaración de misión, desde escuelas hasta organizaciones benéficas y todo tipo de empresas. La misión de la Iglesia es muy clara y al grano. Como afirma el documento Evangelii Nuntiandi del Vaticano II, la Iglesia existe para evangelizar (14). Esta claridad de propósito emana de las palabras de Jesús cuando ordenó a sus discípulos proclamar su palabra, ser testigos, hacer discípulos, enseñar y bautizar.
A lo largo de los siglos y a lo largo de su historia, la Iglesia ha sido bendecida con tantas personas generosas, hombres y mujeres, que han respondido al llamado de ser evangelizadores y han puesto su granito de arena en la proclamación del mensaje del Señor a los demás. Muchos lo hicieron dentro de su círculo cercano de amigos y familiares, dentro de su parroquia, como voluntarios para ser catequistas, y muchos otros que dieron un paso más al dejar su país de nacimiento y convertirse en misioneros en otras partes del mundo. Muchos Papas recientes han renovado y hecho eco del llamado a todos nosotros a ser parte de este proceso de evangelización.
Es nuestra responsabilidad como miembros de la comunidad cristiana reflexionar y preguntarnos cuál es nuestro papel en todo esto: ¿de qué manera puedo ser testigo y evangelizador en mi vida diaria?
La evangelización es la misión de la Iglesia,
no sólo de unos pocos, sino mi, tu, nuestra misión.
Papa Francisco