Las palabras «Yo soy el Buen Pastor» del Evangelio de Juan (Jn 10,11) tienen un gran significado en la fe cristiana. Jesús se presenta como pastor, no solo como alguien que guía a sus ovejas, sino como alguien que conoce a cada una por su nombre y de una manera profundamente personal. Es el amigo dispuesto a dar su vida para protegerlas. El Buen Pastor es quien reconoce las necesidades de cada oveja y hace todo lo posible, incluso con grandes sacrificios, para garantizar su seguridad.
La imagen de Jesús como pastor transmite una fuerte sensación de seguridad, especialmente cuando nos sentimos perdidos o sin rumbo. En la vida cotidiana, muchas personas experimentan miedo o soledad, especialmente al afrontar dificultades o momentos de incertidumbre. Sin embargo, las palabras de Jesús nos infunden gran esperanza. Nos asegura su cuidado constante, recordándonos que nunca estamos solos en nuestras pruebas. Las palabras «Yo soy el Buen Pastor» son una invitación a confiar en que, así como un pastor cuida de su rebaño, también Jesús da su vida por sus ovejas.
El Buen Pastor no es simplemente una figura que camina delante del rebaño para guiarlo. Es conocido por su amor, valentía y lealtad. La vida que da por sus ovejas refleja una misión de bondad y servicio. Como pastor, Jesús no solo guía, sino que ejemplifica cómo debemos vivir en relación con los demás. Más aún, estamos llamados a imitar el carácter de este Buen Pastor. Esto significa estar dispuestos a mostrar misericordia y amor a los necesitados, como el pastor que conoce a cada una de sus ovejas. Estamos llamados a apoyar, amar, brindar consuelo y, si es necesario, a hacer sacrificios.
En definitiva, el mensaje de «Yo soy el Buen Pastor» es una invitación a la humildad, a vivir una vida de amor sacrificado y a ofrecer fuerza y ánimo a quienes acuden a nosotros. Cuando la vida nos enfrenta a pruebas, debemos recordar que tenemos a alguien que nos guía con amor y compasión, y que está dispuesto a darlo todo por nosotros. Esta es la verdadera fe, una fe que profesa la presencia eterna del amor de Jesús.
Sam Schembri
Candidato del la SDC


