¿Has oído hablar alguna vez de San Benito, el patrón de Europa?
Se cree que Benito nació en Nursia (en Umbría) en el año 480. Según el segundo volumen de los Diálogos escritos por el papa Gregorio I, dejó su casa y sus estudios algún tiempo antes del año 500. Viajó a Enfide, un pueblo en las montañas Simbruini, donde se encontró con un sacerdote romano de Subiaco. Siguiendo el consejo del sacerdote, Benito se retiró a la soledad, viviendo como ermitaño durante tres años.
El papa Gregorio relata que durante este tiempo Benito creció profundamente en su vida espiritual. Con el tiempo, fundó doce pequeños monasterios en Subiaco, y en el año 530 fundó el monasterio de Montecassino, que sigue siendo hasta hoy un lugar importante para los católicos.
Curiosamente, gran parte de la Regla de San Benito no fue compuesta por el mismo Benito, sino tomada de fuentes anteriores, en particular de la Regula Magistri, una antigua regla para la vida monástica. Los estudiosos creen que solo las secciones posteriores de la Regla benedictina fueron escritas directamente por Benito, donde aparece su verdadera voz. El propósito de la Regla es formar a los monjes en una comunidad auténtica. Los benedictinos hacen tres votos: obediencia al superior, estabilidad dentro de su monasterio en particular y fidelidad al modo de vida monástico.
El lema ora et labora et lege capta la esencia de la espiritualidad benedictina. Lege se refiere a la lectura, especialmente de la Palabra de Dios. El trabajo (labora) que realizan los benedictinos se lleva a cabo sobre todo para el bien de la comunidad. Vale la pena notar que la palabra ora (orar) está contenida en labora (trabajo): la oración se encuentra dentro del trabajo. En la espiritualidad benedictina, entonces, el trabajo realizado con verdadero amor por la comunidad se convierte en una forma de oración. Esto refleja el deseo de estabilidad y equilibrio, la piedra angular de la Regla benedictina.
¿Qué podemos, entonces, aprender de la espiritualidad benedictina? Dentro del SDC vemos presentes varios de sus elementos. El principal de ellos es La Guardia, que ayuda a los miembros del SDC a permanecer en la presencia de Dios durante todo el día, incluso en medio de su trabajo. La vida comunitaria también es esencial para los miembros del SDC, ya que constituye el mismo fundamento de la formación dentro del SDC.
Por lo tanto, te animo a orar regularmente a lo largo del día, manteniéndote en la presencia de Dios. Lee diariamente la Palabra de Dios. Realiza tu trabajo con verdadero amor por los demás, de modo que se convierta en tu oración. Así darás pasos más cercanos a la santidad, pues te irás convirtiendo en una mejor persona.
Kurt Caruana
Candidato de la SDC


