«Esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo». Esto es lo que dijo el Papa Francisco en su homilía en la celebración de Nochebuena. Poco antes, el Papa acababa de abrir la Puerta Jubilar de la Basílica de San Pedro en el Vaticano como inicio de un año especial centrado en la santa virtud de la esperanza.
Durante este Año Jubilar, el Papa Francisco quiere que cada cristiano redescubra el poder del gran don de la esperanza en Dios. El Papa aseguró: «La esperanza no está muerta; la esperanza está viva y abraza nuestras vidas para siempre. ¡La esperanza no defrauda!». «Esta noche, Dios nos habla a cada uno de nosotros y nos dice: ‘¡También para vosotros hay esperanza!’ Hay esperanza para todos nosotros. Y no olvidéis, hermanos míos, que Dios todo lo perdona, Dios siempre perdona».
Aquí el Papa nos llama a aprender de los pastores de Belén, quienes ante la noticia del ángel salieron inmediatamente a ver. De la misma manera, el Papa nos dice que todo cristiano está llamado a recuperar rápidamente la esperanza perdida, renovar la esperanza en su corazón y luego sembrar las semillas de la esperanza donde quiera que esté. «Hay tanta desolación en nuestro tiempo. Pensamos en guerras, en niños fusilados, en bombas en escuelas y hospitales. No te demores, no te quedes sentado, sino déjate guiar por la Buena Nueva».
El Papa Francisco continuó: «Hermanos, este es el Jubileo. Este es el tiempo de la esperanza en el que estamos invitados a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor. El Jubileo nos llama a la renovación espiritual y nos compromete a cambiar nuestro mundo para mejor, para que este año sea verdaderamente un tiempo de júbilo».
Aquí el Papa no se anda con rodeos y nos dice que tenemos una gran tarea por delante. «Todos nosotros recibimos el don y el compromiso de llevar la esperanza allí donde se perdió, donde la vida se rompió, las promesas no se cumplieron, los sueños se hicieron añicos y los corazones fueron conquistados por las dificultades».
«Queridos hermanos, ante vosotros está abierta la puerta santa del corazón de Dios. Jesús, Dios-con-nosotros, nació para vosotros, para mí, para nosotros, para cada hombre y mujer. Y no olvidéis que con él florece la felicidad; con él la vida cambia; con él la esperanza no decepciona».